Mar. Feb 11th, 2025

La noticia cayó como un balde de agua fría en las calles del pueblo de Estancia Grande: el querido padre Pablo Méndez, quien durante años ha sido un pilar de fe, trabajo y unidad para la comunidad, será trasladado a otra parroquia por decisión del obispo Gustavo Gabriel Zurbriggen. La determinación, calificada por los vecinos como «apresurada, caprichosa y con total desconocimiento de toda una comunidad», ha generado un fuerte malestar en un pueblo que siente que pierde a un guía espiritual, un amigo y un constructor de esperanza.

Desde su llegada hace seis años, el padre Pablo ha marcado un antes y un después en la vida de la región. Su carisma, cercanía y empeño transformaron tanto las relaciones humanas como los espacios físicos que conforman la parroquia. Edificios que estaban al borde del olvido fueron restaurados; capillas que parecían vacías recobraron vida con misas animadas, talleres de fe y actividades solidarias. Su liderazgo espiritual y su compromiso dejaron una huella imborrable en lugares como Clodomiro Ledesma, Puerto Yeruá, Calabacilla, Yuquerí Chico y Estancia Grande.

«El padre Pablo no solo predicó con palabras, sino con hechos», comenta un vecino de Puerto Yeruá. «Nos devolvió el orgullo de pertenecer a nuestra parroquia. Hizo del templo un lugar digno y cálido para todos. Ahora sentimos que nos arrancan una parte fundamental de nuestra comunidad».

La decisión del obispo Zurbriggen de trasladar al padre Pablo ha generado una ola de cuestionamientos entre los fieles. «¿Por qué cambiar algo que funciona tan bien?», se preguntan muchos. No solo lamentan la pérdida de un sacerdote comprometido, sino también el impacto que esta decisión puede tener en proyectos que aún están en desarrollo y en la cohesión de la comunidad.

Vecinos de Estancia Grande recuerdan cómo el padre Pablo lideró la renovación del techo de la capilla San José Obrero, que estaba en estado crítico,  en la iglesia sagrada corazón de calabacilla, logró algo tan sencillo pero significativo como la instalación de un piso cerámico nuevo, fruto del esfuerzo colectivo de la comunidad y el muro perimetral en la iglesia de Yuquerí Chico. «No era solo un sacerdote; era un hermano más. Celebrábamos misa y después compartíamos un mate. Nos enseñó a trabajar juntos, a confiar en Dios y a no rendirnos», afirma emocionado un miembro de la feligresía.

El padre Pablo no solo reparó estructuras físicas, sino también espirituales. Su cercanía y capacidad de escucha atrajeron a jóvenes y adultos que habían perdido el interés por la iglesia. En Yuquerí Chico, su labor se tradujo en una capilla activa, llena de vida y nuevos rostros..

El dolor por su partida se siente en cada rincón de todo el pueblo de Estancia Grande. La decisión del Obispo Zurbriggen, percibida como distante de las necesidades y emociones locales, ha dejado a los fieles con un sentimiento de desamparo. «Es como si nos arrebataran a un miembro de nuestra familia», expresan.

Esta situación plantea como hará el obispo Zurbriggen, ante esta decisión apresurada, caprichosa y con total desconocimiento; para reconciliar el dolor de una comunidad herida con las decisiones innecesarias para la diócesis?

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