¿Me está haciendo efecto la vacuna del Covid? Por qué en algunas personas los efectos adversos son más severos y en otros leves o nulos. La respuesta de los expertos.
Escalofríos, sudoración, cansancio, fiebre, sensibilidad o hinchazón en el lugar de aplicación, pérdida de apetito, dolor muscular, de cabeza o de articulaciones. Son algunos de los efectos documentados que podrían aparecer, con el correr de las horas, tras la administración de la vacuna anti-Covid. Así lo explica el dorso del carnet-tarjeta que se entrega a la salida del vacunatorio.
La realidad plantea múltiples escenarios con algunos denominadores en común. En los últimos días, el tema de conversación social se instaló en torno a saber qué vacuna te dieron y si tuviste alguna reacción.
Es que, por lo general, quienes recibieron dosis de Sinopharm manifiestan no haber sufrido ningún malestar (apenas sienten un dolor leve en el brazo); mientras los que fueron inyectados con AstraZeneca o Sputnik parecen transitar un camino más “duro”. Aunque, un porcentaje de estos dos grupos tampoco advierte ningún efecto secundario.
Prevalece el desconcierto en el vacunado que siente “que le dieron agua” ante la creencia de que la vacuna “prende” (surte efecto) cuanto mayor es la carga de síntomas adversos. Pero ese razonamiento no es correcto.
Los expertos consultados por Clarín coinciden en que todos los vacunados (tanto el que padece de reacciones adversas como quien apenas sintió un pinchazo) tienen probabilidad poblacional de generar una respuesta inmunológica adecuada para hacer frente a la enfermedad producida por el SARS-CoV-2.
Daniela Hozbor, investigadora principal del Conicet y especialista en vacunas, señala que las reacciones secundarias dependen de varios factores como el tipo de formulación de la vacuna. Incluso, menciona que, a veces, la magnitud del malestar depende de cuestiones que van más allá de lo inmunológico como el estrés, la fatiga o la ansiedad. “Plataformas distintas, reacciones distintas. Estados fisiológicos diferentes pueden modificar las respuestas”, sintetiza.
“Así como con el mismo virus puede haber infecciones asintomáticas o moderadas, con la vacuna sucede lo mismo. No se puede concluir que, si no hay reacción en el cuerpo, el sistema inmune no se activó. Que no haya efectos secundarios no significa que la dosis no funcione”, insiste Guillermo Docena, inmunólogo e investigador del Conicet.
Y destaca que el adyuvante que genera la respuesta inflamatoria es distinto en cada vacuna y que las diferencias en las reacciones de cada inoculado pueden deberse a la genética, historial de salud, tratamientos, antibióticos orales que ingiera, composición de la microbiota, entre otras causas.
Respuesta inmune
Mario Lozano, virólogo molecular e investigador de Conicet, explica que los efectos secundarios que produce una vacuna se vinculan con un efecto y una respuesta inicial e inespecífica del cuerpo frente a cualquier agente extraño. “Lo primero que se produce es la respuesta inflamatoria que prepara al organismo para “pelear” y no tiene relación con la respuesta inmune”, describe.
Y sigue: “La respuesta inmune empieza después. Está diseñada para atacar a algo en particular. Así, nuestro cuerpo enseña a un tipo de glóbulos blancos a producir anticuerpos (respuesta inmune humoral), a otros glóbulos blancos los entrena para detectar y comerse al virus (respuesta inmune celular) y a otros los prepara para aumentar la velocidad de respuesta de los dos primeros y mantener en el largo plazo la respuesta inmune (memoria inmunológica)”.
Para Arnaldo Casiró, jefe de Infectología Hospital Álvarez, el hecho de que post vacuna uno se sienta mejor o peor no se correlaciona con la eficacia, sino que depende de cada organismo ya que algunos reaccionan con más sensibilidad a los estímulos externos y otros menos.
También, considera que, en ocasiones, Sinopharm puede implicar efectos más leves que AstraZeneca porque presentan mecanismos diferentes: AZ es un adenovirus que transporta partículas de la espícula de Covid y Sinopharm es directamente el virus inactivado.
¿Por qué tenemos reacciones adversas?
Jorge Quarleri, bioquímico e investigador principal del Conicet, explica que la mayoría de los síntomas se pueden atribuir a la producción exuberante de una citoquina (sustancia soluble producida por una célula de nuestro organismo) que juega un papel vital en la potenciación de las primeras etapas de la respuesta inmune (interferón tipo I -IFN-I-)
“Los inmunógenos que se administran en una vacuna (imitando lo que ocurre luego de una infección), disparan -tras ser reconocidos como foráneos por nuestras células- una serie de reacciones que desinhiben la producción de estos interferones. La magnitud de esa respuesta tiene una impronta muy personal”
Y concluye: “Los efectos secundarios varían considerablemente según la edad y el sexo del receptor, con efectos más graves en las mujeres que en los hombres y en las personas más jóvenes que en los ancianos. Es muy probable, aunque no probado, que los efectos secundarios de las vacunas COVID-19 sean simplemente un subproducto de una breve ráfaga de generación de IFN-I concomitante con la inducción de una respuesta inmunitaria eficaz”.