El cronograma electoral señala que el próximo 8 de agosto es la fecha fijada para el inicio de campañas. Varios ya arrancaron incluso con afiches de campaña mucho antes. Y el poder real, que es el mandante de la principal Alianza opositora del PRO y la UCR, hace campaña desde el mismo momento en que el 27 de octubre de 2019 Alberto y Cristina se consagraban ganadores, por sobre las expectativas de reelección de Macri. Los frentes electorales que vienen disputando el control del gobierno en los últimos años apuestan a consolidar sus bases. En otras palabras, la grieta existió, existe y existirá. Quiere decir que a aquellos que tienen identificado su lugar de un lado u otro, no le entran balas. Luego hay poco menos de un tercio que puede migrar, que define de acuerdo a quien gana, se aleja de quienes están en desgracia y que incluso en especial, en esta elección, amenazan con pegar el faltazo. Más allá de eso, los distintos frentes y partidos políticos cumplieron con la formalidad de presentar listas que en general están conformadas sin sorpresas.

El Frente de Todos apostó a figuras con rodaje y presencia mediática, pero el mensaje hasta acá parece ser “el candidato es el proyecto”. A contrapelo con lo que sugieren las revistas de chismes, a partir del registro de visitas femeninas a Olivos, a su morador principal no hay visita que le evite los costos de haber tenido que bailar con la más fea. Al deterioro generalizado provocado por las políticas de apertura y reprimarización económica de Macri lo chocó de frente la pandemia y como ocurrió en todo el mundo la economía real se derrumbó. La promesa de encender la economía trocó en un enorme esfuerzo para evitar el derrumbe a niveles de aquel trágico 2001 argentino, o del también recordado crack de 1929. Así y todo, el gobierno cuenta en su haber con una larga lista de cumplimientos y realizaciones que, si acierta en mejorar la comunicación, buena parte de la población puede justipreciar y aumentar de ese modo la evaluación positiva: detuvo el interminable e irracional aumento de tarifas, cumplió con la devolución de medicamentos gratuitos para jubilados y pensionados, dispuso de una batería de medidas para atenuar los efectos recesivos de la pandemia, levantó el default que había heredado de Macri y todo indica que el arreglo con el FMI está más cerca de lo que parece. Por lo demás viene fortaleciendo las reservas, manteniendo a raya la presión devaluatoria de los sectores de siempre (agroexportadores en primer lugar), dispuso de ingentes recursos para fortalecer un sistema sanitario al borde del incendio y no escatimó compromisos para garantizar vacunas para todas y todos, mientras despliega financiamiento para mucha obra pública. Los sectores de la industria y la construcción muestran índices que reflejan una fortísima recuperación. La lista puede seguir con sus haberes, que no son poca cosa, y sus debe, a los que debe reconocerlos y abocarse urgentemente a saldarlos. Todo bien, pero a ojímetro, la inmensa mayoría de trabajadores argentinos han perdido poder adquisitivo. A lo pavote y ex profeso con Macri y la esperanza de recuperarlo rápidamente, con el gobierno del Frente de Todos, se hace cuesta arriba, por las razones harto conocidas. No alcanza para llenar el carrito en el super, pero hay que reconocer que la tendencia perdedora parece haber entrado en una meseta, con augurios de revertirse.
Volvamos a las listas: el oficialismo nacional logró unidad en la mayoría de los distritos, con la excepción de Santa Fe y Tucumán. En ambas provincias los gobernadores son desafiados por listas integradas por sus vices. Pero en términos generales la unidad, que resultó vital para la elección de 2019, logró prevalecer. Los candidatos de Fernández no representan nada novedoso, triunfó la unidad y el mensaje será poner en valor lo hecho en la pandemia y no volver atrás. Por el lado de la oposición es bien distinto. Sin billetera, excepto la de Horacio Rodríguez Larreta, las disputas recrudecen, niegan al ex presidente y así surgen macristas puros y macristas portadores sanos. El escenario de dispersión se potencia con el intento del radicalismo de Lousteau y Morales de renacer desde las cenizas. Sea como sea, el 12 de agosto Cambiemos llega dividida, aunque comparten un discurso focalizado en el anti (kirchnerismo).
La novedad del escenario electoral lo darán los porcentajes de participación ciudadana y sobre todo el de los “jóvenes” sub 40 que representan el 50 % del padrón habilitado a sufragar.
En nuestra provincia la dispersión de la oposición favorece al oficialismo provincial. Si bien parece atractiva la interna del frente Juntos, las propuestas celestes, de izquierda anti capitalista, la “socialista” y la de Lucía Varisco, son factores que dispersan el voto opositor.
En el frente Juntos recuerdan la última elección de 2019, dónde se alzaron con una senaduría que ni ellos lo esperaban. También ganó, por muy poco, Mauricio Macri, pero todas las elecciones son distintas, y esa fue vista como un virtual ballotage.
Luego de la pérdida del poder, con las denuncias (correo, autopistas, deuda externa, fuga, mesa judicial, espionaje a propios y opositores) y trapitos al sol que salen de la propia fuerza (como la que hizo el ex ministro de Salud Rubinstein: “la salud pública nunca fue una prioridad para el gobierno de Macri”) y con la apatía que los ciudadanos de a pie tienen para encarar esta elección, difícilmente los opositores al gobierno vayan atrás de una candidatura a diputado nacional.
La revista de humor Barcelona posteó: Mauricio Macri se sumó a Manes: “Yo no tengo nada que ver con la gestión de Macri”. En la provincia los intendentes Galimberti, Schneider y compañía podrán decir que ellos revalidaron títulos en sus comarcas pese a la gestión Macrista y el huracán Bordet. Qué dirá el precandidato Rogelio Frigerio de la gestión que lo tuvo como ministro del Interior y Obras Públicas. Quizás siga la línea discursiva que usó con el caso de espionaje ilegal a opositores que se realizó desde el área de Migraciones, que estaba dentro de la cartera a su cargo. Nadie quiere hacerse cargo de su pasado, menos de Mauricio Macri.
Salariazo, reforma impositiva y revolución productiva.
El Frente de Todos afina un discurso que no rompa con ningún sector, sin embargo romper huevos sigue siendo ineludible a la hora de encarar la cocción de cualquier menú apetecible. Así como empezaron a alumbrar realizaciones financiadas con el fondo del aporte que por única vez hicieron los titulares de grandes fortunas, será necesario un gobierno fuerte para avanzar decididamente hacia la recuperación del salario, el control de la inflación y una reforma impositiva que le permita transformar esta realidad, so pena de resquebrajarse peligrosamente el pacto social. La escasa representación de los movimientos sociales en las listas es una luz amarilla, ellos saben que tendrán una tarea inmensa en la reconstrucción y la contención de los más humildes, que ya comienzan a protestar por las oportunidades que les corresponden.
El oficialismo intentará lograr una base de sustentación alta en las primarias e irá luego por aquellos a los que aún no dio respuestas.
¿Cuáles son los desafíos del Frente de Todos en las próximas elecciones?
Dialogar con los sectores que le dieron el voto en 2019 y ampliar esa base. Empatizar con una sociedad que está pasando por un duelo y una crisis histórica. Poner en valor los logros de la gestión, sobre todo en materia sanitaria y de políticas de cuidado de la vida y el trabajo. Revalorizar la unidad en la diversidad y la praxis de la política y la democracia con una oposición dañina e intolerante. Reactivar la economía, haciendo hincapié en el control de la inflación y el precio de los alimentos. Idea de futuro entendido como una construcción colectiva y no individual.
Las diferentes versiones opositoras tienen algunos problemas que resolver. No pueden hablar del pasado, todos fueron corresponsables, cómplices de una gestión horrible. No pueden hablar del presente, excepto que den continuidad a una agenda anti (antipolítica, antivacuna, anticuidado, antikirchnerismo, antiperonismo). Y si hablan del futuro tienen que explicitar qué proyecto tienen, más allá de la retórica de “frenar el autoritarismo” o “no ser argenzuela”, verdaderas agresiones a la inteligencia de los argentinos.
Convengamos que hay lógicas del manual duranbarbista que siguen vigentes. Hablar de valores para captar el voto del centro como en 2015, con los globos de colores y la revolución de la alegría. Vale también preguntarse qué oculta ese manual, porque no hay un correlato con lo que hacen. Allá en el 2015 el propio Sturzenegger reconoció que el ecuatoriano le enseñaba que no había que decir la verdad, que si le preguntaban por la inflación había que responderle con algún comentario jocoso de la familia. Es lo que hicieron.
La teoría del neurocirujano, ahora candidato, Facundo Manes, dice: «Somos un país de mierda y estamos condenados por una enfermedad que es el populismo». Esto lo aplicó a Messi y después ganamos la copa América. La antipolítica como agenda política: somos los outsiders y no tenemos los vicios de la política, cuando vienen de varias gestiones. Negacionismo de todos los consensos básicos de la democracia como el Nunca más o Malvinas. Dialoguismo en el discurso formal pero se oculta que apelan a los discursos de odio y apostar a la polarización, haciendo campaña sucia con fake news.
Así y todo cumplirán con otras cosas que dice el manual: no hablar de Macri, no hablar mucho de las políticas de cuidado y no hablar de qué rol tiene el Estado para ellos. Tampoco hablar del modelo económico que quieren ni cómo resolverían la crisis económica o la deuda.
En la oposición muchos dicen que Durán Barba no va más, pero la realidad lo ha traído de nuevo. Sembrar el odio, polarizar, estigmatizar, desinformar, usar teorías conspirativas, son las propuestas de su libro «El arte de ganar» y lamentablemente para la sociedad argentina, lo están aplicando nuevamente.
Desde utilizar escuchas ilegales hasta inventar amantes al presidente. Todo parece estar permitido en la democracia que aún estamos construyendo.
En la provincia la interna del frente “Juntos” parece atraer
¿Qué influye a la hora de votar? Las emociones serán centrales, la esperanza y el odio parece que serán ejes centrales de esta campaña atípica.
Las sociedades suelen votar por el pasado o por el futuro más que por el presente. Esta vez podrá ser más importante el pasado que el futuro, porque hay mucha memoria colectiva.
Los comportamientos sociales no siempre se guían por la razón. Por eso será clave para los distintos frentes trabajar lo emocional.
La pandemia obliga a cambiar las formas tradicionales de hacer campaña, por ejemplo, la presencia en las calles para el peronismo y la presencia en las plazas de Cambiemos.
El otro elemento clave será la incertidumbre. Pero no la idea neoliberal meritocrática, sino de un futuro como una construcción colectiva. Las juventudes y la clase media y baja van a ser sectores muy importantes para definir los votos.