El espectáculo natural del verano tiene un imponente protagonista, en la costa del río Uruguay
stán ahí por décadas, en algunos casos desde siglos pasados. Son robustos, altos, de madera rojiza y hojas verdes en buena parte del año. Pero lo mejor se lo guardan para entrado el verano: cientos de flores amarillas lo cubren todo, desde la copa hasta el suelo. Es un espectáculo único, natural, digno de una y otra fotografía.
Se trat del Ibirá-pitá o su nombre científico Peltophorum dubium. Es un árbol nativo que se ha ganado un lugar destacado, tanto en montes silvestres como en los espacios verdes de las ciudades. Resultan notables por su gran porte: pueden emerger del techo enmarañado en territorios selváticos; o destacarse por su floración profusa, en las zonas urbanas.
Su nombre común proviene del guaraní y significa árbol o madera roja, en alusión a su particular colorido del leño. “Su madera colorada es muy buscada así que también por eso hay que cuidarlos especialmente”, dice la guardaparque Irma Galli, en diálogo con El Entre Ríos.
“Hay que cuidarlos mucho, es el árbol que representa a Concordia, es de un porte majestuoso. Muy lindo árbol”, añadió luego la mujer que tiene un vivero de autóctonas en su casa. Habla de la ciudad cabecera de la costa entrerriana del río Uruguay y, entonces, hay que recordar aquello que publicó Osvaldo Bodean para El Entre Ríos en enero de hace 2 años.
En su crónica, destacó la imperturbable presencia de esos árboles colosales. “¡Cuánta fidelidad la de los Ibirapitá florecidos en las avenidas, plazas, paseos, parques y hasta incluso playas de nuestra querida Entre Ríos! ¡Cuánta generosidad la de ellos, insistiendo en regalarnos, con la más absoluta gratuidad, el espectáculo de su extraordinaria belleza, aunque ni gracias les digamos!”, escribió entonces.
“Ese árbol, gracias a que ha sido plantado en avenidas, la costanera, se ha salvado porque lo que es natural de la costa del río Uruguay, por ejemplo acá en Concordia, prácticamente no existe”, respondió Galli en la continuidad del diálogo con El Entre Ríos. “No hay plantitas que se conserven naturalmente, por lo menos desde la época que se construyó la represa. La gran erosión se ha llevado las plantas madres así que las que están son las que se plantaron”, destacó.
El ibirapitá es una maravilla, como definen desde la reserva “El Potrero”, ubicada a la altura del kilómetro 36,5 de la Ruta Nacional 136, en el Departamento Gualeguaychú. Lo califican así cuando destacan que “nos sorprende con sus ramilletes de flores amarillas, a mediados del verano”.
¿Qué más aportan desde el sur provincial al respecto? Que se trata de un árbol nativo de zonas tropicales y subtropicales, que se distribuye desde Brasil hasta el noreste argentino, llegando hasta Entre Ríos. Le gustan los climas cálidos y templados, y los suelos húmedos como las orillas de los ríos, donde ayuda a fijar la tierra y mantener los cauces.
En efecto, en otras localidades de la costa del río Uruguay también lucen majestuosos. Por caso, en Villa Elisa un lugar elegido por sus habitantes y visitantes es el Paseo del Sembrador (que se extiende desde rotonda Hoklack hacia boulevard Schroeder).
“Allí, en su recorrido, el ibirá-pitá es el protagonista”, destacaron recientemente desde el área de Turismo de la comuna elisense. “Su floración se destaca en verano, dejando una alfombra amarilla”, que justamente es lo que los lugareños suelen reprocharle: sus florcitas son un dolor de brazos para barrenderos y de cabeza para los automovilistas que terminan encontrándolas hasta debajo del asiento del vehículo que estacionan para aprovechar su amplia sombra.
Más información llega desde la comunidad del Departamento Colón: “es un árbol caducifolio de aspecto soberbio que responde al nombre ciéntifico de Peltophorum dubium”.
Caro Diotti escribió, tiempo atrás en el sitio Conexión Animal, al respecto. “Es uno de nuestros más bellos árboles nativos. En Uruguay se lo llama árbol de Artigas y en Brasil cana-fístula. Se lo encuentra en el centro, sur y sudeste de Brasil, en el sudeste de Bolivia, en el centro y este de Paraguay, en el noroeste de Uruguay, y en el noreste de Argentina”.
Hay una peculiaridad en la República: “El árbol de Artigas” se lo termina denominando porque en la ciudad de nombre homónimo al general oriental hay un árbol que es un retoño del que, según relatos históricos, fue testigo de los últimos tiempos de vida del prócer uruguayo, en Paraguay.
Aquel árbol de tierras guaraníes se encuentra en el patio de lo que actualmente es una escuela llamada Solar de Artigas y que en vida de José Gervasio fuera una quinta de la presidencia paraguaya.
Otro dato sobre el árbol: las hojas, semillas y raíces se usan en medicina. También, se destaca por sus dimensiones. Si bien su crecimiento es mediano, enseguida desarrolla una linda copita que con los años va adquiriendo mayor diámetro. Puede llegar a medir 25 metros de altura y 15 metros de diámetro.
Añejos, de selvas y en ciudades, a la vera del río, en parques o en amplias avenidas, extraordinaria belleza, de madera rojiza y flores amarrillas, majestuosos, una maravilla, de climas templados y cálidos, etcétera, etcétera. Eso y tanto más puede describirse del ibira pitá que protagoniza uno de los espectáculos naturales más extraordinarios del verano. Dichos los que pueden ser testigos de ese regalo.
Fuente: El Entre Ríos.