Vienen apareciendo en varios barrios de Paraná. Brigadistas recordaron que viven en los huecos de los árboles y comen insectos, siendo inofensivas para los humanos.
“Apareció este animalito en mi casa, acompañado de una foto», decía el mensaje que un vecino envió preocupado a la BRIGADA ABIGEATO PARANÁ. Inmediatamente se lo interiorizó de que se trataba de una Comadreja Mora (Didelphis Albiventris).
Esta especie de marsupial, a la que también se acostumbra llamar “Zarigüeya”, es parte de la fauna silvestre que tuvo que adaptarse a la vida de ciudad.
“Mi perro no paraba de ladrar, salí y ví que estaba en el quincho de mi casa. Al rato se metió adentro de una hielera de cristal, previo a romper copas y botellas que tenía a su paso», contó el llamante, vecino de calle Tucumán al 600, de la capital provincial.
Sucede que en zona de árboles altos y antigüos, estos marsupiales ya son parte de la cotidianeidad y han hecho de esos escenarios urbanos, su hábitat. Esto ocurre porque hay espacios verdes con árboles antiguos y estos ejemplares suelen estar dentro de los huecos.
Consultado a un especialista, aludió: “Estamos hablando de un animal muy territorial que ni siquiera vive en pareja: se junta, se aparea y se separa. Al ser pariente del canguro, nace y se mete al marsupio. Viaja unos siete días colgando del pelo de la madre, alcanza su desarrollo y, después de esa semana, empieza a buscar su territorio”.
Muchas veces, su espacio elegido es el jardín o los árboles de algunas casas. Y aunque no acostumbra a ingresar a los hogares, puede hacerlo si está asustada o se encuentra en peligro.
Desde esta Brigada se recuerda a la población que no son peligrosas y tratan de evitar el contacto con los humanos. Pero en muchas ocasiones, al intentar espantarlas, las mismas emiten un sonido tipo gruñido, que puede asustar a los humanos. A modo de consejo, “si no le gusta verlas, lo ideal es no dejar comida afuera”.
La mayoría de las veces aparecen por las noches, dado que son marsupiales de costumbre crepuscular y nocturna. Si se dejan ver de día, seguramente están estresadas. Al sentirse amenazadas, abren su boca, muestran su enorme paladar blanco y hacen un ladrido seco. Pero si se ven acorraladas, entran en un estado catatónico. Parecen muertas durante horas.
Se insta a dar el aviso correspondiente a la policía, como ha ocurrido.
El Sargento Buchamer Amadeo, personal idóneo y con cursos específicos y capacitado en intervenciones con fauna silvestre, procedió a la captura, puesta a resguardo y posterior liberación en zona de montes de dicho animal recientemente hallado, ya que la fauna silvestre se encuentra protegida por Ley.
A pesar de estar lejos de ser una plaga, algunos buscan la manera de deshacerse de ellas. Cuando nos preguntan cómo se pueden hacer para exterminarlas, les aclaramos que ellas estaban antes, que son prehistóricas. No tiene fundamento querer matarlas. “Aunque son los menos, a veces no se pone énfasis en lo positivo de las comadrejas. No son ratas gigantes como se cree, todo lo contrario, está demostrado que no son vectores de ningún tipo de enfermedad. Aunque son de sangre caliente, su temperatura no supera los 32 grados y no transmiten rabia. Comen insectos como cucarachas, arañas y alacranes en cantidad. También se alimentan de huevos de los nidos y miel, todo les viene bien. Son muy prolíferas: viven sólo dos años, pero en ese período tienen una reproducción abundante”, destacó el responsable de la Brigada.